Creo que no es
secreto para nadie que me conozca o que haya oído hablar sobre nuestra
denominación, el hecho de que nosotros no “celebramos” la Semana Santa y la
Navidad, entiéndase celebrar el hecho de recordar la entrada a Jerusalén, el
recorrido hacia el monte Gólgota, entre otras cosas.
No dejamos de hacer
esto porque le restemos importancia, sino porque no fue Instituido por Dios, es
decir, no hay ninguna declaración en la Biblia de que teníamos que recordar estas
fechas, como fue con la Santa Cena, donde Jesús sí manifestó: “Haced esto en
memoria de mí”.
La Semana Santa es, para muchas
religiones, recordar la muerte de Jesús. Pero a veces la recuerdan de forma
equivocada, recuerdan todo lo que Jesús padeció y sufrió, lo cual no se deja de
lado; pero olvidan porque vino a padecer y porque tenía que morir.
“Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías
53: 5)
“… El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate
por muchos”
(Mateo 20: 28)
Se olvida también,
en medio del sentimentalismo, que nosotros servimos a un Dios que está vivo, y
que vino a cumplir un papel importante en la historia, para que nosotros
pudiéramos tener la oportunidad de reconciliarnos con El.
Es por eso que si
bien es una fecha importante y especial, quizás nosotros no lo vemos con el
mismo sentimiento de tristeza.
En lo que se refiere a la Navidad, pues nosotros tampoco la celebramos, porque en ningún momento Jesús
pidió que se le recordara como un niño recién nacido, ni que se celebrara su “cumpleaños”
o algo parecido. Todo esto sumado
al hecho de que nadie tiene una fecha precisa sobre el nacimiento de Jesús...aún
si así fuera, según algunos estudios, la fecha del nacimiento estaría bien
lejos de ser en Diciembre, se calcula más o menos entre Septiembre y Octubre.
Además del hecho de que el verdadero sentido
que en algún momento se le haya querido dar a ese día, casi se ha perdido por
completo, en medio de la algarabía por los regalos, la cena y etc. de cosas,
como si Jesús hubiera nacido en medio de lujos.
Sin embargo, lo
tenemos por día especial ya que para nosotros significa el cumplimiento de una
profecía o promesa:
“Por tanto el Señor mismo os dará señal: He aquí que la
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7: 14)
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